lunes, 27 de abril de 2009

Viaje a China por tu cuenta 10 - Montaña Amarilla - Huangshan

De Nanjing partimos para Huangshan en tren: 5 horas en tren cama. Parecerá un poco raro pedir un tren con cama para sólo 5 horas pero después de patear China por una semana, sin descansar lo suficiente, agradecimos ir tumbadas.

Llegamos a Hungshan el viernes por la noche y dormimos en el mejor albergue de todos los que he estado en mi vida: "Old Street Hostel". Por unos 17 euros al cambio dormirmos en una habitación decorada con exquisito gusto y desayunamos en un balcón que se asomaba a la famosa Old Street. El albergue está situado en la parte antigua de la ciudad, de calles estrechas, de madera y calles empedradas. Las fotos que tenemos no hacen justicia al lugar, así que os animo a que las busquéis por Internet para que os hagáis una idea mejor.

El sábado por la mañana fue una odisea de medios de transporte hasta llegar a nuestro destino: "La Montaña Amarilla". Os contamos:
Del albergue, un taxi a la estación de autobuses.
De la estación de autobuses, un autobús hasta los pies de la montaña (1hora de duración + o -)
De allí, otro autobús hasta la entrada a la montaña.
De la entrada de la montaña, un teleférico para subir arriba.



Atención, muy importante por si organizáis un tour: En el teleférico sólo permiten subir bultos de menos de 5 kilos por persona. ¡Cuánto nos alegramos de haber dejado las maletas en casa de María en Nanjing! Seguramente tendríamos que haber cancelado el viaje allí mismo.





El autobús para subir a la montaña nos costó 13 yuanes y fue bastante bonito el recorrido de una media hora por un bosque de bambú. Comentaros que a la vuelta tomamos un taxi, ya que el taxi nos cobraba 50 yuanes y después de la paliza que nos dimos, nos apetecía ir de señoronas. Pero como siempre, negociad los precios en China, siempre están abiertos a escuchar las ofertas. :)


Para subir a la montaña hay que pagar por un lado el teleférico (80) y por otro la entrada al parque: 200. En general, las indicaciones brillan por su ausencia y cuando íbamos a subir en el teleférico nos preguntaron por la otra entrada (la del parque... porque nosotras habíamos comprado sólo la del teleférico.)


¿Qué os podemos decir de Huangshan? Las vistas increíbles, es un lugar extremadamente bello y todo lo que podamos decir es poco. Hay que verlo por uno mismo.


Reservamos un hotel en la cumbre, algo de lo que nos arrepentimos porque aparte de que era muy caro, creemos que la visita se puede hacer en un día... Eso sí, madrugando, no como nosotras... En el albergue nos dieron un mapa (parecido al que he bajado aquí de internet) pero como en casi todos los mapas que hemos encontrado, la interpretación es personal porque las señales no están claras. (En el parque tampoco... intentábamos seguir las señales que había diseminadas por toda la montaña y nos armábamos más lío.) Si miráis el mapa de frente, hay dos posible entradas/bajadas, a la derecha y a la izquierda... Pues bien, la parte más bonita es la izquierda.



Aparte de las vistas espectaculares, nos llamó la atención que en los puentes y cadenas que hay por los caminos, los enamorados dejan unos candados en forma de corazón con sus nombres grabados. Nos pareció muy bonito. Se me ocurren varios nombres para acompañar al de Patricia... ¡Je, je, je!



Pasamos todo el sábado de caminata por la montaña pero a las 7 de la tarde estábamos ya en la camita, el cansancio empezaba a hacer sus estragos... ya que el parque es un sin fin de subidas y bajadas de escaleras.



El domingo teníamos que volver a Nanjing y emprendimos la bajada... Por falta de información, ya que esto no me lo explico, no podíamos bajar en el teleférico, aunque lo veíamos en funcionamiento, y decidimos bajar a pie, literalmente a pie 6 Km de escaleras, que hicimos en 2 horas. No recuerdo haber tenido agujetas así en toda mi vida... Cuando se me desataban las zapatillas e intentaba anudarlas de nuevo, las piernas me temblaban... Ufff, una matada aunque creo que volvería a hacerlo porque la experiencia de la bajada fue insuperable. Mientras nosotras bajábamos y sufríamos los peldaños uno a uno, decenas de porteadores los subían para suplir las necesidades de los hoteles. Vimos desfilar: huevos, sábanas, arroz, tofu, toallas, amenities, verduras, cocacolas y hasta una cocina entera sobre los hombros de estos hombres. Los porteadores subían todo a sus espaldas sin decir una palabra. Creo que esta es una de las experiencias que más me ha impactado en la vida y me ha hecho reflexionar sobre la condición humana.

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