Como me gustan las historias con final feliz y más si son verídicas.
Ron Clark era un profesor de éxito en su ciudad natal pero decidió emigrar a Nueva York para trabajar con niños marginales. Comenzó a trabajar en un instituto, con alumnos de grados 6 que no le hicieron nada fácil los comienzos pero poco a poco logró hacerse con los chicos, con los padres y con la dirección del centro. Los alumnos tuvieron que pasar un examen estatal muy fuerte y consiguió que sus chicos sacaran notas muy altas e, incluso, algunos de ellos se destacaron como brillantes estudiantes.
Una historia inspiradora para cualquier maestro.
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