martes, 6 de marzo de 2012

Historia en el veterinario

Esta es mi perra Neska, el bebé consentido de la casa y lo mejor que nos ha pasado en estos últimos años. Hoy he tenido que llevarla al veterinario y mientras esperábamos a que nos atendieran, la perra no dejaba de temblar y resoplar y lo único que quería era irse de la clínica. Estaba muy angustiada viendo a la perra así y empecé a acariciarla para que se calmara. Esta situación me hizo pensar en cómo actúa Dios con nosotros. Mi perra estaba sufriendo y solo quería escapar pero lo que no sabía es que esa situación era por su bien. Necesitaba la medicina para curarse y por más que me dolía verla así, tenía que pasar por esa angustia. La medicina, además, no era barata y cualquier gasto extra en estos momentos en los que no trabajo, me supone un gran sacrificio pero quiero tanto a mi perra que su salud es más importante que mis finanzas. Así creo que me ama Dios: no es un Dios al que le rindo sacrificios sino que Él se sacrificó por mí, que me guía de su mano y sabe qué es lo que me conviene, que está en control y me lleva al médico porque lo necesito y que no solo paga las facturas sino que tiene sanación para mí.