Todos sabemos la parte fantástica de su historia: se lo tragó una ballena... Pero lo que no sabemos es lo que le pasó después... La otra historia, segunda parte.
Devuelto a la orilla se encaminó a Níneve, la ciudad a la que originalmente debería haberse dirigido. Durante varios días estuvo predicando el mensaje de arrepentimiento entre sus ciudadanos y lejos de lo que él pensaba... ¡Surtió efecto!
De todas formas, salió de la ciudad y se sentó en lugar desde el que podía vislumbrarla bien, a esperar que el Señor cumpliera su palabra de destruirla por completo.
Hacía mucho calor y el Señor hizo crecer una calabacera bajo la cual se refugiaba Jonás del intenso calor. Pero en un día, el Señor hizo que la calabacera se secara y el calor intenso mareaba a Jonás. Jonás se enfadó mucho y deseaba la muerte...
Ahora viene lo mejor:
DIOS: ¡Jonás! ¿Tanto te enojas por la calabacera?
JONÁS: ¡Sí, mucho! Estoy muuuuuy cabreado.
DIOS: ¿Por qué tienes lástima de una calabacera en la que tú no has trabajado?
JONÁS: Ehhhh...
DIOS: Nínive tiene más de 120.000 personas y animales que no disciernen entre su mano derecha y su izquierda... ¿Cómo no voy a tener piedad de esa gran ciudad?
JONÁS o LOIDA o TÚ MISMO: Perdona, Señor, por no amar a mis hermanos. ¡Qué grande es tu bondad!
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